martes, octubre 09, 2007
El niño calabaza
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lunes, septiembre 25, 2006
La otra mitad
Un día Dios, el creador de las almas morenas, escucho el alboroto dentro de un Coco aún prendido de una rama de una palmera que se balanceaba al ritmo de la sonata del mar Caribe.
Escucho música, risas, y sones hipnóticamente intensos en alegría.
Dentro de él vivía una fiesta llena de ron y música, la piel de todos eran morenas y sus risas color coral.
No había ni una lágrima solo felicidad, no existía el desamor, solo había pasión. Las mujeres vestían pareos de colores vivos; naranja sol, amarillo azafrán, morado orquídea, verde manzana, y azabache corazón. Sus cabellos rizados caían más allá de los hombros, seducidos por el viento y rociados de sudor. Parecían reencarnar en instantes en serpientes de vivos rojos amapola.
Los hombres se vestían sólo con pantalones de manta de blanca como lienzo de pintor dándole luz a su creación.
Y bailaban y danzaban con el mar y el calor, y a la vez crean lazos con la tierra y la corteza del cocal.
Atrás las percusiones sonaban, claves y gargantas femeninas. De par en par las miradas se encontraban y las bocas se buscaban, para confiar secretos o matar y revivir deseos en forma de beso, una y otra y otra vez más.
La noche comenzaba a caer y la fiesta no moría, tan sólo se llenaba de fuego de colores, que ululantes parecían también llenarse de son. Y Dios contagiado del alboroto decidió abrir el coco, con un solo dedo la cáscara color chocolate se partió en dos dejando que la música se esfumara y buscara hogar en cada rincón del planeta.
Y la fiesta se expandió pero algunos tristemente fueron separados y ahora buscan su otra mitad, pero siempre entre cantos y fiesta, entre colores vivos y besos furtivos de amor. Y bajo la mirada de Dios, el creador de almas morenas.
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lunes, septiembre 18, 2006
Stardust
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Ciudades vecinas
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Viajero
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Acuerdo sin restricciones
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Los ojos de la misericordia
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Desenamoramiento
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En verdad os digo
Cierto día se les concedió a las sirenas conciencia de su mitad humana. No es difícil aceptar que el sólo hecho de imaginarse acoplando las aletas con robalos o bagres, provocaba en ellas la más triste de las congojas; su vanidad recién lograda se sentía herida, muy profundo.
Desde aquel instante cantan sin descanso.
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sábado, diciembre 17, 2005
La casa está vacía
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Sala de Fumadores
Miro a esas mujeres que fuman sus cigarros
como si hicieran el amor.
La mujer enciende el cigarro y no lo ve. Lo lleva del cenicero a su boca, aviva el fuego que no es fuego. Platica a intervalos, de pronto vuelve a darse cuenta de la existencia del que se consume y vuelve el juego: cenicero, boca, fuego, cenicero, humo.
Ella no está sola y cada cierto tiempo prende algún cigarrillo, a algunos los lleva con más frecuencia a su boca que a otros, son como los hombres que quizá tenga en su vida.Si habla o no; si toma algún liquido o no; si observa algo o no, no importa, todos estamos aquí viéndola de a ratitos, somos como los que esperan adentro de la cigarrera. Y siempre pasa igual: al principio está el fuego, el cigarro arde, y al final sólo quedan cenizas.
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miércoles, diciembre 07, 2005
Más que amor...
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Amantes hasta el fin
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Fuerza noctámbula
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domingo, octubre 02, 2005
Y el vino
Fernando Sánchez Clelo
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Los peces
Fernando Sánchez Clelo
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Los panes
Fernando Sánchez Clelo
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lunes, agosto 22, 2005
Sin título
La vida se nos acaba, nos persigue, nos escupe de espaldas y se aleja canturreando con dolor, con olvido. Letras que se quedan capturadas en cuentos eternos, en verdades absolutas que ya nadie podrá discutir. La noche se apresura a ocultar un corazón entre nubes de tormenta...
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El microondas
por Yussel Dardón Después de unos siglos de dominio, Dios del Fuego lanzó con furia su brazo; a su camino, su odio y ardor se hicieron más fuertes y comenzó a arder el planeta. Cronos no tardó en imponerle un castigo. El odio del fuego fue encerrado en cajas y su calor sólo podía sentirse por algunos minutos y era esparcido por pequeños espectros de energía. Debido a que su ardor era tan fuerte, Cronos decidió repartir los millones de estas cajas en cada hogar, para que el Fuego no se uniera y no comenzara a arder la tierra nuevamente. |
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Ante-harakiris
por Melitón Guzmán Una cercana catástrofes es la estampida de tu imagen; tu nombre le hace harakiri a mis labios cuando te mencionan. Por eso olvido, y sufro de amnesia cuando me preguntan: ¿y ella cómo se llama?. |
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Alimento sagrado
por Fernando Sánchez Clelo Bebió su vida frenético. Saboreó los bocados de gloria que el destino le preparó. Devoró los instantes de placer que el mundo le convidaba. Se deleitó con los momentos de gozo que le invitaba su buena fortuna. Murió feliz, con el dulce aroma de su excremento en el que se revolcó los últimos días. |
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Seguido acto a acontecer
por Víctor H. Benítez Te vi dentro de ese lugar, repateante sitio Mc donald´s. No me gusta estar ahí, me asfixia; pero entré como un perro fiel a su olor. Entre hamburguesas, papas que saben a té inglés, gafas de dick tracy & un “no me importa,” abrí paso entre toda esa gente. Dejé los modales. Fui al baño y me hice una puña. Retoqué el pelo con gel y agua y esperé que dieran las tres. Debo estar loco porque sigo escribiendo y jamás llegaste, perra. |
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Psicatriz
por Guillermo Ramírez Anduve armado un día de Abril, mutilando ratas y dejándolas tuertas; en mis pies crecían los gusanos y les daba nombre, miles de nombres, millones de ellos, porque platicando con la cucaracha coja de mi suegra era feliz. Pero ahora me arrastro a ciegas y la cucaracha me dejó de hablar, me ha abandonado. Una voz habló a mi oído, me ordenaba buscar el perdón de las ratas y rebautizar a mis gusanos: he visto a dios, es una inmortal cucaracha. |
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Perro
por Javier Dorantes Perro, cansado de ser el mejor amigo del hombre, sacó su larga y babosa lengua; multiplicó pan y peces. Con sus patas delanteras moldeó la tecnología como la conocemos, desde la máquina de vapor hasta los microprocesadores; así pensó que los hombres podrían prescindir de él y algunos hombres pensaron que podrían prescindir de Perro. |
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