martes, octubre 09, 2007

El niño calabaza

por Guillermo O. Ramírez
— ¡Tápalo para que no lo vean!Pero el niño calabaza se sube a la banca, al escritorio arruinado, obedeciendo al pollito que acaba de dibujar:Rueda hasta que se descomponga una linda flor y esferitas se derramen por doquier.La maestra, preocupada por sus niños, le dice a su preferido: tápales los ojos.Y él se los arranca.
Para los niños de la comunidad Ignacio Zaragoza;Tepeojuma, Puebla.

algún día se regresa


lunes, septiembre 25, 2006

La otra mitad

Por: Ma. Andrea Valeria Ramírez Aguirre.

Un día Dios, el creador de las almas morenas, escucho el alboroto dentro de un Coco aún prendido de una rama de una palmera que se balanceaba al ritmo de la sonata del mar Caribe.
Escucho música, risas, y sones hipnóticamente intensos en alegría.
Dentro de él vivía una fiesta llena de ron y música, la piel de todos eran morenas y sus risas color coral.
No había ni una lágrima solo felicidad, no existía el desamor, solo había pasión. Las mujeres vestían pareos de colores vivos; naranja sol, amarillo azafrán, morado orquídea, verde manzana, y azabache corazón. Sus cabellos rizados caían más allá de los hombros, seducidos por el viento y rociados de sudor. Parecían reencarnar en instantes en serpientes de vivos rojos amapola.
Los hombres se vestían sólo con pantalones de manta de blanca como lienzo de pintor dándole luz a su creación.
Y bailaban y danzaban con el mar y el calor, y a la vez crean lazos con la tierra y la corteza del cocal.
Atrás las percusiones sonaban, claves y gargantas femeninas. De par en par las miradas se encontraban y las bocas se buscaban, para confiar secretos o matar y revivir deseos en forma de beso, una y otra y otra vez más.
La noche comenzaba a caer y la fiesta no moría, tan sólo se llenaba de fuego de colores, que ululantes parecían también llenarse de son. Y Dios contagiado del alboroto decidió abrir el coco, con un solo dedo la cáscara color chocolate se partió en dos dejando que la música se esfumara y buscara hogar en cada rincón del planeta.
Y la fiesta se expandió pero algunos tristemente fueron separados y ahora buscan su otra mitad, pero siempre entre cantos y fiesta, entre colores vivos y besos furtivos de amor. Y bajo la mirada de Dios, el creador de almas morenas.

lunes, septiembre 18, 2006

Stardust

por Jose Luis Carrillo Fuchs
Escuchando el blues el tiempo no transcurre, pasan las canciones y las copas. Las notas se suceden en eternidades que se precipitan. Quisiera ser negra, como una pantera, con ojos enormes color miel y unos labios gruesos como sueños. Ser negra como Billie Holliday y aún más negra. Aullar a la luna con esa voz que es animal, con el sentimiento negro y ritmo azul. Sensual, traviesa, picante y dolorosa. Negra como de verdad negra.Se desnuda en penumbras y entre sus suaves sabanas sueña que es azul, más azul que el cielo después del crepúsculo otoñal.

Ciudades vecinas

por Guillermo Garay
"Who am i" de Lou reed era la canción que se escuchaba. El cuerpo de Roberto estaba ahí, en el fondo, cubierto de sangre y con una estampa en la mano. Fue algo cruel, pero tenía que saberlo. Cualquiera sabe que a Dios no le gustaba Frida Kahlo, por eso los bigotes. Aún así el muchacho E era feliz entre las flores; además chicho, su gato, tenía unos bigotes de calendario. Alabama estornudó sobre unos alcatraces y éstos cambiaron su color y bailaron juntos al compás de "should stay or should i go". Las muñecas de Roberto cambiaron de color, pero la estampa seguía intacta. Sabía que era un poco cruel, pero él tenía que saberlo. "Who i am" era la canción que se escuchaba. Alabama se despidió mientras Roberto sostenía su estampa de HugoSánchez. Hasta Dios sabe que es muy difícl ser pentapichichi, por eso Hugo no usaba bigotes. Roberto tampoco. Alabama se alejó despacio de la ciudad, pero dejó un estornudo. Yo la observo, callado, pensando de qué manera decirle a Lou Reed quién es.

Viajero

por Judith Castañeda

Está amaneciendo. Después de presenciar batallas en la cumbre del mundo y pescar sirenas que al cantar llevan a los navegantes hacia la Gran Catarata, regresa a su cuerpo dormido para abrir los ojos antes que suene el despertador.

Acuerdo sin restricciones

por Yussel Dardón
Medusa, cansada de no poder peinarse, acudió al Flautista de Hamelin para que controlara las serpientes de su cabeza. Cuando se encontraron y, advertido del peligro al verla a los ojos, el Flautista encantó la cabellera de la Gorgona y le confeccionó una media trenza. En agradecimiento, Medusa se quitó un ojo para que su estilista pudiera convertir en piedra a las plagas que azotaban la ciudad. Con el gran éxito en el control de plagas, la amistad entre los dos se volvió romance y éste culminó en una boda en la que, al levantar el velo de la novia, el Flautista quedó convertido en roca y media. Medusa, llorando piedrecillas por mitades, decidió cortarse la cabellera; al caer al suelo, las serpientes destrenzadas tomaron caminos diferentes para aterrar al mundo, sin que la música de la flauta, las pueda volver a dominar.

Los ojos de la misericordia

por Guillermo O. Ramírez

El condenado volteó el rostro con una mirada suplicante, perdida. El verdugo quedó sorprendido por la fuerza de esos ojos y con gran lástima dejó caer la hoja de acero sobre aquella cabeza. En medio del tumulto pudo toamrla del suelo; desencajando cuidadosamente los ojos de sus cuencas, los mandó poner en la empuñadura de su hacha.A partir de ese día fue conocido como el verdugo con los ojos de la misericordia.

Desenamoramiento

por Alejandro Badillo

El asedio amoroso, coronado por una negativa, lo deja solitario, con una rosa en la mano. Dispuesto a olvidarla, camina en reversa al auto, devuelve a su boca palabras. En su casa desaparecen llamadas telefónicas. Una pluma deshilvana la escritura de varias cartas. Pronto enmienda promesas y se vuelven borrosas decenas de fotografías. Tres días después contratará a una mujer cuya función será ignorarlo cuando la aborde con galantería en la calle.

En verdad os digo

por Elías D´Alva
Homenaje a Juan José Arreola

Cierto día se les concedió a las sirenas conciencia de su mitad humana. No es difícil aceptar que el sólo hecho de imaginarse acoplando las aletas con robalos o bagres, provocaba en ellas la más triste de las congojas; su vanidad recién lograda se sentía herida, muy profundo.
Desde aquel instante cantan sin descanso.

sábado, diciembre 17, 2005

La casa está vacía

por Leticia Carrera
Hace demasiado que no te veo, sonrió como antes, pero no llegas. Barro como cualquier día y me miento creyendo que aun vives aquí.
El día que te fuiste comenzó a llover, desde entonces no ha cesado, es cierto que apenas han pasado dos semanas, pero la ausencia pesa; hasta el perro se fue, y mira que me quería más a mí.
Todos han venido a preguntarme por ti, el mundo no comprende porque te fuiste, les repetí una y otra vez que fue mutuo acuerdo; tú estabas harto del encierro y no aguantaba tus quejas. Fue lo que le dije a la vecina, mira, que el agua muy fría, y al rato que más comida. Mi sueldo sólo alcanzaba para alimentarte, y cuando hablabas de hijos, ¡perdón!, corrían el riesgo de parecerse a ti, y que iba a decir el mundo; por otro lado no creo que mi cuerpo fuera capaz de ello.
Te fuiste porque me negué a ser madre, pero explícame algo, cómo abrazarte si estabas lleno de escamas, y en serio, vivir con un hombre-cocodrilo me da miedo.

Sala de Fumadores

por Alfredo Carrera
para Martha Estrada

Miro a esas mujeres que fuman sus cigarros
como si hicieran el amor.
Carmen Villoro

La mujer enciende el cigarro y no lo ve. Lo lleva del cenicero a su boca, aviva el fuego que no es fuego. Platica a intervalos, de pronto vuelve a darse cuenta de la existencia del que se consume y vuelve el juego: cenicero, boca, fuego, cenicero, humo.
Ella no está sola y cada cierto tiempo prende algún cigarrillo, a algunos los lleva con más frecuencia a su boca que a otros, son como los hombres que quizá tenga en su vida.Si habla o no; si toma algún liquido o no; si observa algo o no, no importa, todos estamos aquí viéndola de a ratitos, somos como los que esperan adentro de la cigarrera. Y siempre pasa igual: al principio está el fuego, el cigarro arde, y al final sólo quedan cenizas.

miércoles, diciembre 07, 2005

Más que amor...

por Dona Hole

Me gusta cuando me hablas, me gusta cuando me tocas. A pesar de que ya no tengas boca y manos. Hoy te pido que me veas, hoy te voy a arrancar los ojos. No te puedes quejar mi amor, te complazco en todo. Me pediste que te comiera, y en eso estoy.

Amantes hasta el fin

por Judith Castañeda

Sus encuentros se hicieron cada vez más frecuentes. Él se refugiaba entre los muslos de ella. Ella sentía congelársele la espalda, apoyada sobre el frío del mármol.Esa noche, la invocación de una medium los interrumpió. Cesaron las caricias y cada quien regresó a su tumba.

Fuerza noctámbula

por Guillermo Samperio

Durante las noches le venía una fuerza centríputa que, inevitablemente, la lanzaba a las calles.

domingo, octubre 02, 2005

Y el vino

Fernando Sánchez Clelo

Después de escuchar al Milagroso, se multiplicaron las ventas del tabernero. Todos buscaban un consuelo al saber que su vicio por el vino los condenaba al infierno.

Los peces

Fernando Sánchez Clelo

Después de escuchar al Milagroso, el pescador bendijo el mar y multiplicó los peces. Y cuando subió las redes a la barca, fue devorado por las pirañas. Resucitó al tercer día.

Los panes

Fernando Sánchez Clelo

Después de escuchar al Milagroso, un panadero ideó el modo de ganar oro en abundancia y sin esfuerzo. Al bendecir su hornillo, multiplicó por centenas los panes; pero jamás los pudo vender. Era un hombre de mucha fe, pero un pésimo comerciante

lunes, agosto 22, 2005

Sin título

por Camila Karrson

La vida se nos acaba, nos persigue, nos escupe de espaldas y se aleja canturreando con dolor, con olvido. Letras que se quedan capturadas en cuentos eternos, en verdades absolutas que ya nadie podrá discutir. La noche se apresura a ocultar un corazón entre nubes de tormenta...
In memoriam A. Meneses

El microondas

por Yussel Dardón

Después de unos siglos de dominio, Dios del Fuego lanzó con furia su brazo; a su camino, su odio y ardor se hicieron más fuertes y comenzó a arder el planeta.
Cronos no tardó en imponerle un castigo. El odio del fuego fue encerrado en cajas y su calor sólo podía sentirse por algunos minutos y era esparcido por pequeños espectros de energía. Debido a que su ardor era tan fuerte, Cronos decidió repartir los millones de estas cajas en cada hogar, para que el Fuego no se uniera y no comenzara a arder la tierra nuevamente.

Ante-harakiris

por Melitón Guzmán

Una cercana catástrofes es la estampida de tu imagen; tu nombre le hace harakiri a mis labios cuando te mencionan. Por eso olvido, y sufro de amnesia cuando me preguntan: ¿y ella cómo se llama?.

Alimento sagrado

por Fernando Sánchez Clelo

Bebió su vida frenético. Saboreó los bocados de gloria que el destino le preparó. Devoró los instantes de placer que el mundo le convidaba. Se deleitó con los momentos de gozo que le invitaba su buena fortuna. Murió feliz, con el dulce aroma de su excremento en el que se revolcó los últimos días.

Seguido acto a acontecer

por Víctor H. Benítez

Te vi dentro de ese lugar, repateante sitio Mc donald´s. No me gusta estar ahí, me asfixia; pero entré como un perro fiel a su olor. Entre hamburguesas, papas que saben a té inglés, gafas de dick tracy & un “no me importa,” abrí paso entre toda esa gente.
Dejé los modales. Fui al baño y me hice una puña. Retoqué el pelo con gel y agua y esperé que dieran las tres. Debo estar loco porque sigo escribiendo y jamás llegaste, perra.

Psicatriz

por Guillermo Ramírez

Anduve armado un día de Abril, mutilando ratas y dejándolas tuertas; en mis pies crecían los gusanos y les daba nombre, miles de nombres, millones de ellos, porque platicando con la cucaracha coja de mi suegra era feliz. Pero ahora me arrastro a ciegas y la cucaracha me dejó de hablar, me ha abandonado. Una voz habló a mi oído, me ordenaba buscar el perdón de las ratas y rebautizar a mis gusanos: he visto a dios, es una inmortal cucaracha.

Perro

por Javier Dorantes
Perro, cansado de ser el mejor amigo del hombre, sacó su larga y babosa lengua; multiplicó pan y peces. Con sus patas delanteras moldeó la tecnología como la conocemos, desde la máquina de vapor hasta los microprocesadores; así pensó que los hombres podrían prescindir de él y algunos hombres pensaron que podrían prescindir de Perro.